martes, 28 de junio de 2011

¿PORQUE LO HACES?

1 Corintios 9

Hay personas que estudian, trabajan, juegan, o hacen cierta actividad con tal entusiasmo que causa envidia, o mejor aún, contagian a los que estamos a su lado. Hay en cambio personas que padecen la actividad que realizan y también contagian su indolencia. Uno de los factores determinantes en la forma en que hacemos cierta actividad es la motivación, una buena motivación nos hará incluso asumir ciertas incomodidades y sacrificios con tal de realizar aquello que nos agrada.
El apóstol Pablo dedicó su vida a compartir la enseñanza de Jesucristo por todo el mundo entonces conocido, realizando giras para establecer nuevas comunidades de fe en muchos lugares. Aunque su dedicación, sus resultados y entusiasmo eran admirables, era atacado y cuestionado por su trabajo por sus detractores.
Entre algunos otros argumentos que deja entrever por medio de varias preguntas retóricas con las que inicia esta sección de defensa, manifiesta su renuncia a ciertos derechos que como apóstol le correspondía: el primero se refería al derecho de casarse “como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas” V5, el segundo, recibir un salario por su trabajo como ministro.
Pablo tenía muy clara su misión de vida, estaba relacionada con la predicación de las buenas noticias de salvación, para hacerlo no escatimó esfuerzos ni peligros, se enfrascó en muchas aventuras donde experimentó ser flagelado, ser apedreado hasta que lo dieron por muerto, estar bajo tormentas en alta mar, sufrió por lo menos un naufragio y muchas más dificultades; pero también experimentó grandes milagros de Dios, muchas satisfacciones y el cariño de sus nuevos hermanos por todo el mundo. Parece ser que debido a todos estos riesgos que implicaba su misión y a su deseo de Servir a Cristo con una entrega total, decidió permanecer en soltería, a diferencia de los otros apóstoles, incluyendo a Pedro (Cefas) y los hermanos de Jesús, quienes ejercían el ministerio en matrimonio.
Pablo no recibía salario por su trabajo como ministro y apóstol de Jesucristo, para sostenerse económicamente se dedicaba a fabricar y vender tiendas, aunque también recibía donativos de ciertos patrocinadores del trabajo misionero, los cuales usaba para el ministerio o para ayudar a los necesitados.
La motivación principal de Pablo para compartir el evangelio no era el dinero, pues estaba dispuesto a trabajar para autofinanciarse y dispuesto a enfrentar cualquier prueba con el propósito de cumplir con la obra a la que fue llamado: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada.” V16-17 Cuando leemos estas líneas y todas las escritas por Pablo, podemos percibir a un hombre apasionado por lo que hacía, un ser humano pleno y feliz realizando la misión de vida para la cual llegó a este mundo.
Reflexionando:
• Si pensamos tomar decisiones o realizar actividades trascendentes en nuestras vidas, tal como elegir un oficio o profesión, casarse o permanecer soltero, realizar algún servicio a Dios o a nuestros semejantes, es importante preguntarnos ¿Por qué lo haré? ¿Cuál es la verdadera motivación para hacerlo? ¿Es sana mi motivación? ¿Qué cosas estoy dispuesto a sacrificar y a enfrentar para lograr mis metas?
• Si ya estamos enfrascados en alguna tarea significativa, es importante encontrarle sentido o significado, esto aplica inclusive a la vida misma.


TRANSFORMADOS PARA SERVIR
JOSIAS I.G.G

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